A no equivocarse
Ser delgada no quiere decir tener un cuerpo perfecto, que tampoco vas a conseguir usando talles más chicos que el tuyo para ocultar curvas pronunciadas o esos kilitos que pueden molestarte. Esto no significa irse al otro extremo y elegir medidas demasiado grandes en las que nuestra figura desaparezca.
Vayamos por la vida con estilo, pongámonos bellas sin pretender encajar en los prototipos que marca la moda, ya que no siempre son pensados para personas reales. Tener seguridad y amarnos como somos son claves para el éxito y la felicidad que tanto anhelamos.
Acá, comparto algunos secretos para que encuentres tu punto justo al vestirte.
Conocernos. Sacar a la luz nuestras virtudes y potenciarlas, con prendas que acompañen las curvas y las marquen ligeramente.
Balance. Si optamos por prendas superiores ajustadas, las inferiores deberán ser más holgadas, y al revés, si nos apretamos abajo, arriba llevemos ropa un poco más suelta.
El toque elegante. Para día y noche, un blazer o chaqueta negra siempre quedan bien. Si sos alta, el saco tendría que llegar a la segunda cadera, pero si sos bajita, mejor una chaqueta que traspase apenas la cintura. Así alargas el torso y las piernas parecen más largas.
Prendas superiores. Con la edad y algunos kilitos de más, será mejor usar mangas tres cuartos, que estilizan los brazos y equilibran la figura.
Pantalones y faldas. Si tenés caderas anchas, evitá las faldas lápiz o tubo, preferí los cortes A. También, elegí pantalones rectos. Ambos en colores oscuros y lisos. No uses jeans o pantalones a la cadera porque te generan más volumen. Si las tuyas son angostas, podés usar el corte slim o estampados llamativos, con los que generarás un efecto más curvilíneo. Las polleras amplias con estampas son otras grandes aliadas.
Accesorios. Son el recurso para llevar la mirada hacia tus mejores atributos. Si tenés cuello de cisne, elegí collares cortos, coloridos y de varias vueltas, o una choker importante. O bien, aros largos y de formas destacadas. Para cuellos cortos, optá por collares largos o aros discretos, que nunca pasen la mandíbula. Estos mismos conceptos se aplican para pañuelos o pashminas. En pulseras y anillos, si hay uno notable, el otro no tendría que estar.
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