Como un cuestionamiento de los códigos de género binarios y en la búsqueda de la diversidad aparecen elementos fundamentales que desdibujan los límites del guardarropa masculino para mezclarse en el perchero de la mujer moderna. Estos nuevos uniformes priorizan la funcionalidad y el confort sin resignar feminidad.

El abandono del corsé, la moda deportiva así como el rol de la mujer en el trabajo y la vanguardia en el vestir, hizo que en la Belle Époque, el traje chaqueta (inspirado en la americana masculina, atuendo sin adornos cortado en una tela lisa de paño o de franela, compuesta por una chaqueta, una blusa con o sin corbata y una falda larga y recta)  se considerara indispensable para tomar el tren, ir a exposiciones y salir de paseo (por aquellos años).

La incorporación del pantalón al vestidor femenino llega con la modernización de la moda y desbarata las críticas habituales a la masculinización de las mujeres dado que se la relaciona de forma automática con el poder y la adquisición de fuerza (empowerment). La evolución de las prendas de costura no parece unida directamente al contexto en tiempos de guerra, sino más bien a la necesidad de alternar las formas, a fin de vender obligando a las consumidoras a renovar su guardarropa.

El chaleco como pieza clave en el traje masculino se luce muy bien sola o acompañada de camisas o básicas. ¿Con qué se lo pondrían ustedes?

La revolución de la apariencia debe mucho al feminismo de los años 20. Las “chicas modernas” se aprovechan de la libertad de conducta reservada a los hombres y aman su autonomía individual. Se visten con trajes sastre que eliminan sus curvas, llevan el pelo corto, conducen automóviles y fuman en público, como dejó bien en claro Coco Chanel. Mientras que la prueba absoluta de la posibilidad de erotizar el pantalón la aporta Marlene Dietrich que, todavía más que Greta Garbo, hace deseable sin distinción de sexo a la mujer en pantalón. Creando la imagen de mujer fatal, ultra femenina con vestidos de noche lujosos o deshabillés vaporosos y, a la vez, perfectamente masculina.

Marlene Dietrich luce las boinas de tendencia por estos días. ¿Qué dicen?

 

El primer desfile Crucero 2020 de Virginie Viard al frente de Chanel

Sin embargo, el pantalón femenino no aparece en la alta costura y el prêt-à-porter hasta 1960 y fue nada menos que Saint Laurent el que expresa que su sueño es crear para las mujeres el equivalente del vestuario masculino. En 1966 innova con el esmoquin, que se convierte en una pieza clave para sus colecciones hasta 2002. Siempre fue muy audaz y visionario: además de los pantalones en alta costura introdujo las saharianas, los trenchs, las blusas con transparencias, las botas altas hasta el muslo y los primeros jeans de diseño.

Saint Laurent para su colección Otoño Invierno 19/20 recupera la faja del vestidor masculino.

Cuestionamiento del lujo, valorización de lo que es simple, modesto y práctico, aquí les comparto uno de mis looks favoritos.

El frac incluye una pajarita/moño que generalmente es blanca, hecha de lazo y en piqué. La chaqueta que llevo puesta simula ser una saco de levita, esos que no se cierran en el frente y tiene solapa de raso en color negro. La diferencia respecto a la versión masculina es que la de ellos, por detrás tiene dos faldones caídos o colas, separados entre sí, que llegan a la altura de las rodillas. El mío cae recto.

Imágenes: Vogue, Smithsonian Magazine y Relier Imagen.